Estar mala

Estar mala es un rollo. Sí, un rollo patatero (como dirían en mi casa). Y más aún si estás de viaje de trabajo, fuera de tu casita, de los mimos que necesitas y sin un portátil para trastear, porque claro, nadie supone que se va a poner así de mal en dos días.



Pero ay!, estas cosas pasan cuando menos te lo esperas. Y de pronto, apareces en una habitación de hotel, llena de kleenex y mantas, llamando al servicio de habitaciones para ver por lo menos una cara agradable que te de algo sano de comer, mientras toses, estornudas y la pobre camarera pone cara de "madre mía espero que no me lo pegue". 

Esto es así. Paciencia dicen que hay que tener. Porque es la madre de la ciencia o porque no te queda otra. 

Imagino que hay más gente en mi situación con este frío invernal que tenemos por todo el país, así que a parte de recomendar muchos zumos de naranja, pañuelos para pieles sensibles (no compréis de esos maluchos que luego termináis con la nariz echa un cisco), y mi siempre fiel vaselina de Eucerin, solo puedo decir que ánimo. Que siempre hay cosas peores hombre, y que si tenéis un buen libro a mano, aprovechéis a leer, que luego nunca tenemos un día de estar tiradas en la cama sin "nada que hacer".


A cuidarse ;)

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