Lo que aprendí en 2015

Ya han pasado 20 días desde que se acabase el año y todavía no me había parado a reflexionar con calma todo lo que ha supuesto para mí. 

En 2015 aprendí que en lo referente a la felicidad, siempre mejor calidad que cantidad. Que las penas compartidas son menos penas, y que a mí el refrán de "mal de muchos, consuelo de tontos" sí me vale.

Que los años pasan y que disfruto más con una buena copa de vino que con una malísima en una discoteca.





Me he vuelto a dar cuenta de lo que me gusta leer. Tanto que creo que a partir de ahora va a ser, probablemente, un tema bastante habitual en el blog.



Volví a ilusionarme por las pequeñas cosas y por pasar una tarde tranquila en el sofá. 

Y que los básicos siempre triunfan, así que más vale un buen fondo de armario que tener mil y una prendas que no me volveré a poner jamás.

No hay comentarios